viernes, 30 de octubre de 2009

martes, 27 de octubre de 2009

Cumbia de los Trapos

Pensando El Fútbol.



El fútbol alrededor del mundo es ese referente cultural por excelencia, capaz de dar a muchas personas una identidad social particular. Identidad Social, que pierde ese toque de singularidad, en el momento que se analiza el fútbol como espectáculo mundial. Entonces una persona puede ser identificada en su núcleo social, como seguidor o simpatizante de un Club en especial; aspecto que le da cierto grado de diferencia frente a los demás miembros, por ejemplo de su ciudad. Pero se convierte a su vez en seguidora de una ideología global, que abarca todo aquello que gira en rededor del mundo futbolero. Es decir, el fútbol es generador del fenómeno de inclusión o exclusión dentro de la sociedad.
El fútbol es ese deporte, que logra trascender más allá de 22 hombres y una pelota. El fútbol también es sinónimo de economía, espectáculo, progreso e innumerables emociones para todos aquellos, que lo viven intensamente, dentro y fuera de las canchas.
Más allá de ser un bonito deporte, el fútbol tiene esa capacidad de generar entre las personas, debates, charlas, unir lazos de amistad; debido a que todo el mundo puede hablar de fútbol. Hablan los que saben y los que no saben. No es extraño ver en una empresa, un lunes, en horas del almuerzo a un montón de gente hablando en la cafetería, sobre las incidencias de la fecha futbolera dominical. Habla El jefe, los más viejos, los más jóvenes, los fanáticos, inclusive son bienvenidos los comentarios de aquellas señoras, que no tienen ni idea de cómo quedó el partido. Todo se debe a un agente que siempre irá ligado al fútbol, y es ese ingrediente de espectáculo y entretenimiento, que tiene por encima de todos los demás deportes y programas de TV. Como dicen por ahí “Partido de fútbol, mata a Tv-Novela.”
Hablar de Entretenimiento en el fútbol, es hablar de consumo, de mercadeo. De acuerdo a esto, en el mundo hay millones de personas que sobreviven gracias al deporte rey, son como parásitos del fútbol: No sólo deportistas, sino, también comerciantes, empresarios, periodistas, Médicos, entre otros, que han perdido esa mirada de pasión y sentimiento, hacia este deporte, y la han cambiado más bien por un signo pesos.
Los Clubes, no se pueden quedar atrás y en todo momento están buscando mantener esa filialidad con sus hinchas, quienes son al fin y al cabo, los que mantienen este mounstro con vida “Los que pagan la boleta”. Por ende aquellas estrategias de renovar la camiseta cada año, renovar los patrocinadores, crear eventos, festejos para su gente, revivir prendas de épocas gloriosas del pasado del club y un sinnúmero de estrategias publicitarias y comerciales, para mantener ese constante flujo de dinero que va rodando a través de este deporte.
Una de las estrategias publicitarias más exitosas, en el caso del Club Atlético Nacional, es el vender sus accesorios con la imagen de los ídolos que han dejado huella en la historia verdolaga (Higuita, El Chicho, Aristizabal, El Tino, etc). Quienes inclusive se han acercado a las tiendas verdes a autografiar las camisetas, gorras y todos aquellos artículos que la gente adquiere en las tiendas oficiales del club. El Slogan de las tiendas Verdes es: “Tienda verde, verde original”. Slogan que invita a adquirir las prendas del equipo, pero originales; dejando así de lado todas aquellas camisetas, chaquetas, gorras y otros artículos que son adquiridos en el mercado informal a precios muy bajos, pero, que no cuentan con esa exclusividad o certificación del club por no ser “originales”.
Los ídolos de un equipo son aquellos personajes en los que la gente logra verse de alguna u otra manera representada. Pues quien no se sintió casi como dentro de la cancha, cuando “El Loco” René hizo el famoso escorpión en el estadio de Wembley, jugada hermosa que combinó ese toque de talento y locura que lo caracterizaban, y que le ha valido hasta la fecha, reconocimientos en todo el planeta. Son los ídolos la imagen gloriosa de una institución, son ellos quienes remueven aquellas épocas doradas, que hacen erizar la piel de los fanáticos. Son ellos la imagen publicitaria por excelencia de un club. Es así como siguen obteniendo dividendos, después de haberse retirado del fútbol activo, vendiendo su imagen para hacer partidos conmemorativos, homenajes, pautas publicitarias, comerciales, etc.

Los Símbolos Del Club Atlético Nacional.
La Bandera de Atlético Nacional está conformada por dos colores, el verde y el blanco. Contrario a la Bandera del Departamento de Antioquia que usa sus colores blanco arriba y verde abajo, la bandera oficial del cuadro Atlético Nacional tiene dos franjas horizontales como la de Antioquia, de igual tamaños ambas franjas, pero arriba el verde y abajo el blanco. Ambos colores tienen una serie de connotaciones especiales. El verde es la representación de la esperanza, es el color de la naturaleza pero por sobre todo el color de las montañas antioqueñas, la región de donde orgullosamente proviene Atlético Nacional. El blanco es la paz, la claridad, la honestidad y representa también la libertad. Juntos, el verde y el blanco, son los tonos de Antioquia que Atlético Nacional representa con éxito y con orgullo en Colombia, Sudamérica y el mundo.
El Escudo Es el símbolo más tradicional de la institución. Su diseño está conformado por un campo rectangular alargado verticalmente de color blanco, enmarcado por un borde verde; en el centro lleva un cuadrado dividido diagonalmente en dos áreas, una verde y una blanco con las letras A y N iniciales de la Institución; la punta termina en un triangulo invertido; y el jefe es gobernado por un castillo, símbolo de la grandeza, tradición, fortaleza y jerarquía.
La mascota de Atlético Nacional es un tigre. Dicho elemento fue inspirado en el mito paisa del tigre que rondaba a nuestros ancestros en sus largas jornadas de trabajo en soledad en las montañas. El tigre simboliza universalmente los atributos de bravura, fiereza, energía, combatividad, agilidad, coraje y fuerza que le son culturalmente asociados a la raza antioqueña, región de la que es natural el Atlético Nacional. Sus rayas, además, encuentran coincidencia gráfica con el tradicional uniforme verde y blanco a rayas del equipo.
Nacho, el cual es el nombre del tigre, es un personaje tierno, amable y simpático, que es un gran deportista y fanático de Atlético Nacional, motivo por el cual siempre lleva orgulloso la camiseta del equipo.

lunes, 26 de octubre de 2009

lunes, 19 de octubre de 2009

La Pifia

Recuerdo que había mucha gente en las tribunas lista para ver el partido, esto me ponía algo nervioso. 30 de diciembre 2 de la tarde, el compromiso final del campeonato estaba a punto de comenzar. La lluvia ya se avisaba con grandes goteras. El árbitro dio el pitazo inicial, nosotros no la jugábamos toda, un marrano y tres garrafas de guaro estaban en disputa, ninguno de los dos equipos queríamos perder, más aún si éramos los eternos rivales.
Todo comenzaba con calma, parecía que ninguno de los dos equipos nos queríamos hacer daño. Saque de banda, Juano pidió la pelota, la paró de pecho, eludió uno y dos rivales, yo ya sabía que iba a tirar el centro, me prepare en el área para cabecear. Juano mandó la pelota, pero demasiado larga, _apenas mido como 1.70_ jamás iba a alcanzar ese balón.
20 minutos de la primera parte. La pierna fuerte comenzaba a imponerse en el partido, el terreno ya lo suficiente mojado y pantanoso empeoraba las cosas. La pelota estaba demasiado liza, era difícil intentar una maniobra individual para tratar de abrir el marcador y cogerle siquiera la cola a ese marrano.
“El Loco”, uno de nuestros jugadores no podía fallar, y para no desentonar, le sacaron roja directa por juego violento, situación nada extraña en él, a la cual, parecíamos ya estar acostumbrados. El ambiente se calentaba, todos alegábamos desesperados.
Era de esperar, con uno menos en la cancha, nos convirtieron el primer gol, a tan solo unos minutos de finalizar la primera mitad. Todos los ánimos se nos vinieron abajo.
En el entretiempo. Los guayos lo suficiente mojados, las supuestas camisas blancas, tenían un tono beis, causado por la mezcla de pantano, agua y muchas caídas. “El Primo”, nos decía que guardáramos la calma, aún faltaba un tiempo y nos repetía una y otra vez que le pegáramos de afuera, el balón estaba mojado, podía ser una buena opción.
Yo sólo pensaba en la fiesta que podíamos armar. Miraba a la tribuna, allí estaba aún entre la lluvia, bajo una sombrilla esa personita que más me motivaba para empatar y darle vuelta al marcador.
Comenzó el segundo tiempo. Debían ser más o menos las 3 de la tarde. Muy temprano Pablo reventaba un balón en el travesaño, el ruido de los que nos apoyaban no se hizo esperar. Estábamos motivados para empatar y seguir de largo, los rivales se veían cansados, nosotros también pero teníamos un nuevo aire. Uno o dos disparos más desviados como para no desentonar. El cronómetro del juez, siempre corre más rápido cuando vas perdiendo.
Pero por fin, lo que tanto buscábamos llegó, “El Enano” la metió y de cabeza faltando sólo tres minutos para el final del juego, no sabíamos si reír o festejar.
Nadie quería arriesgar el marcador estaba uno a uno. Comenzó a caer un vendaval, la gente se fue a prisa de las tribunas en su totalidad, faltando apenas un minuto y a causa del aguacero, solo quedábamos en el sitio los que estábamos en la cancha y el juez, quien parecía estar ansioso por pitar el final cobrar el dinero del arbitraje e irse. Siempre le veíamos por ahí, tomando cerveza en un billar cercano a la cancha después de los partidos y ni dudarlo en plena víspera de fin de año.
La última jugada había llegado, un tiro de esquina en nuestra contra, todos nos metimos en el área, hasta el arquero del otro equipo llegó a buscar el cabezazo. Llovía intensamente, la cancha estaba llena de charcos por toda parte. Uno de los del otro equipo se disponía para ejecutar el cobro. Yo estaba atento a la trayectoria de la pelota, pero en realidad ya pensaba más en los penaltis que en lo que quedaba por jugar. El balón venía rodando rápidamente en el aire, se dirigía hacia mí, no lo podía ver muy bien gracias a la fuerte lluvia. Salté, cabeceé el balón empapado, pero vaya error, la esférica se había metido en nuestro propio arco. No lo podía creer, acababa de cometer un autogol en plena final y perdíamos el campeonato.
Todo el otro equipo corrió a celebrar en medio del aguacero y el juez pitó el final del compromiso. Me quité la camisa, me tapé la cara y me tire al lodo. Quería que la tierra me tragara, el anhelado marrano ya era de los de la cuadra de abajo y la fiesta se esfumaba gracias a aquella pifia que nunca voy a olvidar.

viernes, 16 de octubre de 2009